Cumpleaños



María cumplió años
y nos coció bizcocho.
Vinieron sus amigos
a la casa, a las ocho.
Dicen los hombres sabios
que quien nace en un siete
nunca siente tristeza
y jamás envejece…
Se hizo una gran fiesta
debajo de los pinos
y cenamos croquetas
de versos octosílabos.
Y frases rebozadas
en caramelo ácido
y colas de adjetivos
con jugo de corsario.
De primer plato, ¡ummmm!,
anáforas asadas,
estaban exquisitas,
estaban gratinadas.
Y detrás un hipérbaton
-qué desorden, qué espanto-
primero los fiedeos, luego
el sabor y el caldo.
Y de postre una piña
y flores de reserva
y besos en almíbar
que ella tenía en conserva.
Marchamos muy, muy tarde
y le cantamos todos
y lanzamos confeti
y le soltamos globos.
¡Felicidad, María!
Los años no son nada…
El todo nos lo traen
un día y otro día…
Besos, besos, abrazos,
un buen tirón de orejas.
Ojala cumplas tantos
como quieras y sientas.